jueves, 28 de mayo de 2009

Ojo con Fajardo

Por: Humberto de la Calle
A NADADITO DE PERRO, AHÍ VA FAjardo ganando terreno. O al menos eso muestran las encuestas del viernes, si son ciertas. Y si no lo son, de todos modos una encuesta es un hecho político en sí mismo.

Tuve ocasión de escuchar su mensaje en reciente tertulia en el Instituto de Ciencia Política. Hay una cierta evocación de Luis Carlos Galán en sus ideas sobre la higiene del ejercicio político. Con la ventaja de que en la Alcaldía de Medellín pasó de la teoría a la práctica. Gobernó sin mangualas, negociaciones bajo la mesa ni pactos ilegítimos con los concejales para cambiar votos por puestos y contratos.

Pero no se limita a esto. También tomando como fundamento su experiencia en la Alcaldía, expone sus ideas sobre los caminos para la reconciliación. No sé si hay allí más optimismo que realidad. Pero en todo caso, es claro que tiene mucho que decir en relación con los procesos que deberían desatarse en el camino de la reintegración de los violentos a la sociedad. También aquí es posible que, desde el punto de vista netamente electoral, su discurso no se debiera limitar al qué hacer luego de entregar las armas sino antes, esto es, cómo continuar manejando un conflicto que aún no amaina lo suficiente como para decir que hemos conseguido la paz.

Y, por fin, si se quiere, como para la época de las elecciones los temas económicos habrán ganado terreno (aunque no creo que alcancen a desplazar la seguridad como eje de la campaña), debería robustecer su discurso económico, en particular en el terreno de la generación de empleo.

Pero en todo caso, Fajardo tiene carisma, lo acompaña ese ángel indefinible que rodea a los políticos afortunados. Y, qué duda cabe, en este estropicio nacional en que se debate la política, es un mensaje fresco, independiente, alejado de la polarización reinante. Recuerda la primera campaña de Noemí, cuando supo colocarse por fuera de la ecuación de recriminaciones entre los otros candidatos. Y casi gana.

Como lo enseñaron los estructuralistas, comenzando con Ferdinad de Saussure, no sólo hay que mirar lo que aparece, sino lo que sigue oculto, no lo que se dice, sino lo que se calla. Fajardo ha tenido la sabiduría de no hablar de Uribe ni de la reelección. Puede ser ésta su jugada maestra.

Luego de su desafortunado paso por la cabina de Caracol como comentarista, ahora camina sin mayor aparato, recorriendo rincones inverosímiles, algo que recuerda también la gestación de la candidatura de Uribe.

Ha dicho que piensa hacerse acompañar de una nómina de lujo para el Congreso. Se le agradece. Sería una forma de evitar el estado esquizoide crónico de la política nacional, en el cual el Ejecutivo va por un lado y el Congreso por otro. Es eso lo que conduce después a las detestables negociaciones para sacar adelante las leyes. Pero aun reconociendo que el anunciado propósito de Fajardo es acertado en la teoría, me parece un error en la práctica. Porque implica que el candidato se juega todo en las elecciones de Congreso, es decir, en un escenario diferente al de la elección presidencial. Por buena que sea la lista, es casi seguro que Fajardo saldría derrotado en marzo y este no es propiamente el mejor prólogo para sus aspiraciones presidenciales.

En todo caso, ¡ojo con Fajardo!

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